¡que fuerte Claudia! la lástima es que los hijos si que se enteran, si cuando mi marido y yo discutimos por tonterías y sin violencia, mi hijo se pone nerviosos ¡dejad de pelearos! ...y eso que no es nada importante. Algún día se acabará pero hasta que llegue hay que intentar educar a nuestros hijos en el respeto y sin machismo de ningún tipo...¡ánimo!
En un hogar donde hay malostratos que los hijos no se enteren es, simplemente, imposible. El maltratador ejerce su violencia en el núcleo de la familia. Los hijos aprenden pronto a quitarse de en medio. La madre aprende a protegerlos, sobre todo cuando han crecido, escondiendo todo lo que puede las marcas, las humillaciones, el miedo. Pero aún así, sólo puede ignorar quien no quiere ver. [el egoísmo del ser humano también incluye la cobardía hacia la madre y el padre]
Hay encuentros que son encontronazos. Qué horror, qué asco, que impotencia. Toda mi solidaridad, mi empatía y mi agradecimiento a los que como tú hablan, gritan, escriben...
Tan triste como cierto y real. Pero estos hijos desdichados y para siempre, desgraciados, con ese dolor en el alma, deben saber y conocer qué tipo de padre tienen, por tanto, estoy bastante de acuerdo con la propuesta de la ministra Leire Pajín, estudiar cada caso en concreto y quitar la custodia de los hijos y la patria potestad de esos padres nefastos...
Jo!
ResponderEliminarUn beso, Claudia.
que fuerte!
ResponderEliminarTremendo, es un ejemplo muy claro del sufrimiento que arrastran y ocultan muchas mujeres.
ResponderEliminarUn saludo.
si que se enteran
ResponderEliminarTerrible!
ResponderEliminarA ella también debería importarle porque, entre otras cosas, es el único modo que tiene de salvarse.
ResponderEliminarTienes talento de escribir muy fuere.
ResponderEliminarUn abrazo
Anónimo 2
fuerte (lo siento)
ResponderEliminarAnónimo 2
Escueto pero significativo. A mí me ha puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarPor desgracia se enteran y sufren.
ResponderEliminarSaludos Claudia
Algún día acabaremos con esta lacra.
ResponderEliminarBesos.
Ojalá llegase el día en que ninguna mujer tenga que decir eso nunca más...
ResponderEliminarBesos!
Reina, hay que ver todo lo que cuentas en tan pocas palabras.
ResponderEliminarUn beso
¡que fuerte Claudia! la lástima es que los hijos si que se enteran, si cuando mi marido y yo discutimos por tonterías y sin violencia, mi hijo se pone nerviosos ¡dejad de pelearos! ...y eso que no es nada importante. Algún día se acabará pero hasta que llegue hay que intentar educar a nuestros hijos en el respeto y sin machismo de ningún tipo...¡ánimo!
ResponderEliminar¡Horrible!
ResponderEliminarBesos
En un hogar donde hay malostratos que los hijos no se enteren es, simplemente, imposible.
ResponderEliminarEl maltratador ejerce su violencia en el núcleo de la familia. Los hijos aprenden pronto a quitarse de en medio. La madre aprende a protegerlos, sobre todo cuando han crecido, escondiendo todo lo que puede las marcas, las humillaciones, el miedo. Pero aún así, sólo puede ignorar quien no quiere ver. [el egoísmo del ser humano también incluye la cobardía hacia la madre y el padre]
NO A LA VIOLENCIA MACHISTA
ResponderEliminarno hay palabras para condenar tanta barbarie.
ResponderEliminarbiquiños,
Hay encuentros que son encontronazos.
ResponderEliminarQué horror, qué asco, que impotencia.
Toda mi solidaridad, mi empatía y mi agradecimiento a los que como tú hablan, gritan, escriben...
Ellos si que se enteran.
ResponderEliminarEs horrible, se me han puesto los pelos de punta.
NO a la violencia de genero
Tan triste como cierto y real. Pero estos hijos desdichados y para siempre, desgraciados, con ese dolor en el alma, deben saber y conocer qué tipo de padre tienen, por tanto, estoy bastante de acuerdo con la propuesta de la ministra Leire Pajín, estudiar cada caso en concreto y quitar la custodia de los hijos y la patria potestad de esos padres nefastos...
ResponderEliminarVersos tremendos y lamentables.
Un saludo.
Lamentablemente, se enteran y les marca.
ResponderEliminarMuy fuerte. Contundente
Un beso
Tremendamente real. Muy fuerte
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