jueves, 26 de mayo de 2011
tinta china
Anoche volví al despacho de mi padre.
Soñé que me pedía tinta para su pluma y yo vaciaba el cartucho de la mía para dársela.
Me desperté y volví a sentarme en la silla dura de madera y otra vez me colgaban los pies.
Abrí los cajones de la mesa, llenos de agendas de bolsillo, saqué la del año que nací y leí con letra apretujada en lápiz, lo mismo que en las otras, señalizaciones y puntos kilométricos. Abrí la caja de los tinteros, vi en el doble fondo las cartas a mi madre, pero no las leí, ya sabía lo que ponía.
Y la caja metálica de mantecadas Salinas, llena de lápices y compases incompletos.
Abrí la puerta del armario y chirrió como siempre y ahí seguían los folios y cuartillas y como frágiles alas de mariposa, el papel de calco.
Sólo son cosas. Pero son los recuerdos de mi padre, esos que mis hijas no tendrán. Ellas solo tendrán el recuerdo de la ausencia y el rencor.
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Es triste el final, pero cierto: duelen más las ausencias de los recuerdos que evocan a las personas.
ResponderEliminarBesos
Hombres.
ResponderEliminarMejor la ausencia y el rencor que el drama cotidiano.
ResponderEliminarBesos.
La tinta. Esta tinta de la que todavía salen tus palabras blancas sobre fondo negro: ahí está tu padre. Sigue hurgando en sus cajones y escribiendo, nada mejor puedes hacer para que las cosas sean recuerdos y los recuerdos se conviertan en cosas.
ResponderEliminarTe veo a ti en el despacho de tu padre. Me veo a mí en el despacho de mi padre. Tinta y papel de calco, cuartillas e Hispano Olivetti. Las palabras son la verdadera patria, Claudia.
uuuffff
ResponderEliminarel recuerdo es una palabra muy muy grande, no te parece?
un besote
Ese aroma de tinta y esos armarios que chirrían dejando en cada nota el recuerdo de ciertas complicidades que sólo son nuestras y nos pertenecen, me trae tgambién viejos recuerdos...
ResponderEliminarA las futuras generaciones no tiene por qué quedarles rencor sino memoria, depende de cómo sepamos transmitirla, no?
Besos, Claudia.
No puedo atesorar cosas, las pierdo, las olvido. ^Pero, cuando las encuentro en algún cajón o en un lugar inesperado, me hacen dichoso.
ResponderEliminarQué entrada más entrañable. Leerte me ha llevado a mis propios recuerdos. He sentido esta entrada como un abrazo ...triste...pero un abrazo.
ResponderEliminarUn sonrisa
los recuerdos son asi, como el vino, unas veces sientan bien y otras...
ResponderEliminarTe entiendo perfectameente. Me separé del padre de Senia cuando ella tenía 7 años y fueron unos tiempos muy tormentosos: juicios, gritos... Ahora tienen una relación estrictamente cordial, se ven y se que lo quiere pero no hay un afecto profundo, no hay complicidad,no hay AMOR... A mí también me da pena que la figura paterna no sea como tendría que haber sido, aún a pesar de la separación.
ResponderEliminarPero la vida es así y no la hemos inventado nosotras.
Biquiños,
Aldabra
En los objetos que pertenecieron a un ser querido, percibimos como se le queda pegada algo de su esencia...
ResponderEliminarPero no importa a veces no tener recuerdos.Mejor eso que conservar recuerdos dolorosos, créeme.
Siempre se desea para los hijos lo mejor de lo que se tuvo.
ResponderEliminarPero una cosa es lo que se quiere y otra lo que se consigue.
Es malo guardar rencor pero a veces es imposible evitarlo.
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