viernes, 8 de marzo de 2013

la mujer maravilla


Definitivamente, si fuera una heroina, me gustaría ser la mujer maravilla.

No envejece y tiene una belleza extraordinaria. Aparece vestida siempre con el atuendo adecuado, de enfermera, de bailarina o con su ropa de trabajo. 

Su fuerza es increible y sus brazaletes pueden repeler cualquier tipo de arma.

Tiene un lazo mágico que obliga a decir la verdad, ni que decir tiene, que esto sería muy útil  hoy en día y ahorraría millones de euros en juicios eternos.

La mujer maravilla tiene la debilidad de que si un hombre consigue atar sus brazaletes, la deja inmovilizada. Pero esto la hace un poco más humana ¿no?










11 comentarios:

  1. pues fíjate que yo nunca he soñado con ser una heroína, ni siquera conozco a la mujer maravilla, igual me estoy perdiendo algo.

    siempre soñé con trabajar para una ONG y andar por ahí por esos mundos lejando, ayudando a quien lo necesitara... y estaría enamorada de un médico o de un enfermero que tambièn pertenecería a esa ONG y también hubiera soñado con dedicar su vida a los demás.

    pero soy una funcionaria y tengo a mi hija, y a Congo... soy afortunada.

    biquiños.

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  2. Tú sí que sabes...
    Pero es que con las cosas que se leen a diario en los periódicos, dan ganas de tener poderes. ;)

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  3. Y es, además, fuente de la fantasía masculina...Brutal!

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  4. Veo que te has tomado en serio lo de querer ser la mujer maravilla...lo digo por la foto del perfil.

    Pues mira que a mi me resulta un poco artificioide, será cómodo salvar el mundo con ese corset? supongo que será para despistar a los machos a los que se enfrente, porque se quedarán viendo el escote y el muslamen con cara de tontos y zas...

    Supongo que el hecho de ser seres pensantes y sintientes(??) en un patriarcado que ha desterrado lo femenino de la sociedad durante miles de años os convierte en mujeres maravilla a todas.

    Al menos yo me maravillo disfrutando de vuestros actos creativos, de vuestras formas de acoger, de vuestra mirada femenina, de acogida, maternal.

    Si, definitivamente, sois la mujer maravilla.

    Abrazos y feliz día de la mujer maravilla.

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    1. Por supuesto va un poco en broma, es por quitar ese aire tan combativo del día de la mujer.

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  5. ¿Esa mujer será feliz...?
    Que venga a verme y me lo cuente; después te digo si desearía ser como ella ;)
    Abrazo fuerte.

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  6. Leía despacio y consentía con la cabeza, me gustaba ser la mujer maravilla, pero al llegar al último punto…¡Me arrepentí!
    Mejor soy quien soy, aunque nunca tuve la respuesta cierta de esto último.
    Un abrazo

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  7. Ahora que, con la excusa de la crisis económica internacional, se están resucitando proyectos de gobierno y legislación supranacionales e incluso internacionales, conviene recordar por qué ni siquiera el más antiguo de ellos puede cumplirse.

    Los Derechos Humanos adolecen fundamentalmente de un problema de contradicción. Sólo se admite en el siguiente sentido: "Si hay un conflicto entre dos derechos o dos generaciones de derechos, ¿cuál debe prevalecer?" Normalmente la respuesta es una defensa de la no-jerarquía. Sin embargo, esta forma de plantear el problema es sumamente tendenciosa: los derechos de la segunda generación (económicos, sociales y culturales) y tercera generación ("solidarios") chocan frontalmente con los de la primera generación (los civiles y políticos, de corte liberal), no a veces, sino siempre, por pura lógica.

    Toda formulación jurídica se ancla y se construye sobre la base tácita de una teoría "científica", básicamente económica. No es honesto pretender que únicamente con la supuesta deseabilidad de los Derechos Humanos éstos van a cumplirse mágicamente: la dificultad ciertamente es política (simplemente, hay países que se niegan a aplicarlos; precisamente por el alto coste de la injerencia humanitaria, que es el fin de acuerdos comerciales y políticos o simplemente el estallido de un conflicto bélico inconveniente), pero la imposibilidad es ontológica.

    Ni siquiera si todos los países se pusieran de acuerdo los Derechos Humanos podrían cumplirse. Por ejemplo: para garantizar (positivamente, como les gusta a los intervencionistas) el derecho a una "vivienda digna" para todos los habitantes del mundo, no bastaría con la voluntad, sino que habría que producir y distribuir desde arriba las viviendas, cosa imposible en dos sentidos: en un sentido puramente jurídico (por la contradicción con el derecho a la propiedad privada y otros derechos individuales) y, sobre todo, en un sentido económico: es imposible producir y distribuir eficientemente (esto es, conforme a las preferencias de los implicados) sin el libre desarrollo de la función empresarial, sin la coordinación que ésta posibilita y por tanto sin un sistema de precios reales y no inventados.

    Esto nos lleva a una conclusión: más allá de la "deseabilidad" (ética o moral), que, si bien puede existir, no se puede "discutir", porque son preferencias, deseos y opiniones totalmente subjetivas sobre lo que es lo natural y lo deseable, está el criterio de la eficiencia, un criterio verdaderamente objetivo (a no ser que rechacemos las evidencias del método científico, como los soviéticos) con el cual han de juzgarse todas las formulaciones jurídicas. Es el caso de la Declaración de los Derechos Humanos: si se garantizaran todos, no se garantizaría ninguno, porque unos cancelarían a los otros y porque se basa en una teoría económica absolutamente incorrecta.

    Como vemos, el elenco de derechos que proponemos los liberales es superior a cualquier otro porque son realistas: no se contradicen entre sí y permiten que se garanticen todos: se basa en la lógica y en la eficiencia. El capitalismo es el único sistema que ha demostrado poder crear riqueza masiva e indiscriminadamente, lo cual se traduce en un aumento generalizado del nivel de vida y del bienestar que voluntariamente los individuos persiguen.

    No dependemos, por tanto, de la "deseabilidad" o de la "naturalidad" de lo que proponemos, al contrario que otras ideologías. Tenemos los pies en la tierra: la validez que otros pueden reconocernos no está en los principios metafísicos, sino en los científicos, campo en el que todo el mundo, si es honesto, acepta los mismos criterios de corrección y verdad. Ahí es donde está la superioridad del liberalismo: en la realidad.

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  8. De esta heroína siempre me ha sorprendido una sola cosa, esas tetas de acero puntiagudas dispuestas a rayar cualquier cristal....
    :P

    Besos, Wonder Woman.

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  9. Y es que te atan los brazaletes y te quedas en nada, ay.

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