domingo, 29 de mayo de 2011

estelas





Igual es solo eso
sentirse bien recordando
los dedos entre el aire y la espalda
seguir oyendo el murmullo
que me acompaña
y encontrar el sueño tibio
sin esperar nada

jueves, 26 de mayo de 2011

tinta china



Anoche volví al despacho de mi padre.

Soñé que me pedía tinta para su pluma y yo vaciaba el cartucho de la mía para dársela.

Me desperté y volví a sentarme en la silla dura de madera y otra vez me colgaban los pies.

Abrí los cajones de la mesa, llenos de agendas de bolsillo, saqué la del año que nací y leí con letra apretujada en lápiz, lo mismo que en las otras, señalizaciones y puntos kilométricos. Abrí la caja de los tinteros, vi en el doble fondo las cartas a mi madre, pero no las leí, ya sabía lo que ponía.

Y la caja metálica de mantecadas Salinas, llena de lápices y compases incompletos.


Abrí la puerta del armario y chirrió como siempre y ahí seguían los folios y cuartillas y como frágiles alas de mariposa, el papel de calco.

Sólo son cosas. Pero son los recuerdos de mi padre, esos que mis hijas no tendrán. Ellas solo tendrán el recuerdo de la ausencia y el rencor.

martes, 17 de mayo de 2011

infinito

x tiende a infinito




-¿Qué número es el anterior a infinito?


-Infinito no es un número, es una abstracción, es algo que no acaba nunca, que no se puede alcanzar.

Mi hija no se debió quedar muy conforme con mi explicación y se lo preguntó al chico más listo de su clase, que le contestó que era un número muy muy grande.

Ahora mi hija anda diciendo a todo el mundo, que infinito es una abstracción.

lunes, 9 de mayo de 2011

mal au coeur

Fernando Vicente. Vanitas



Mi corazón se enfada.

Cuando me llenan de cables y le interrogan
el muy mentiroso se calla.

viernes, 6 de mayo de 2011

confesiones

Juan Luque

Un día escribí algo de amor, tendría como doce años. Ví  la máquina de escribir encima de la mesa, con un papel ya colocado y escribí, solo por oir el sonido de las teclas golpeando el rodillo ese negro.


Mi hermano pasó por alli, lo leyó y quería que confesara. Yo no tenía nada que confesar, porque lo mismo podía haber escrito una receta de cocina, pero él erre que erre.


Mi hermano había visto muchas películas y para sacarme información, un día me sacó al balcón y me ató a la silla, mejorando la técnica sobre la marcha, me colocó un vaso de agua delante, inalcanzable. A mí me daba la risa. Creo que no consiguió nada y un día terminó la tortura.


O se cansaría del juego y entonces me contrató para su circo. Éramos entre contorsionistas y acróbatas y actuábamos en pijama, mientras mi madre se creía que hacíamos la tarea. Él hacía además de presentador y llegamos a ser bastante famosos.

Hay algunos hombres que me recuerdan a mi hermano, así, como de pasada, son solo ramalazos.

Pero él es el único hombre que conozco, que tiene paciencia para enseñar a conducir. No grita, no insulta y no se echa las manos a la cabeza si carraspean las marchas. Yo sé cómo se cogen las curvas cerradas gracias a él.