miércoles, 31 de octubre de 2012

conquistas



Hay bárbaros con-sentimientos.

Y soldados bobalicones
que ni se enteran de que hacen daño.

Hay valientes de corazón,
que no se conforman con un poco
e intentan conquistar el reino entero.

Es como la historia del mundo,
la tierra no es de nadie
y en lugar de disfrutarla,
gastamos la vida,
queriendo ponerle nombre.









lunes, 15 de octubre de 2012

ideas de bombero

Schiele - Abrazo vertical

Decía que quería tener una historia romántica, pero yo creo que quería decir pasional. Todo el mundo tiene que vivir, al menos una vez, una historia pasional y él no la había vivido.

Sin embargo y a pesar de reunir muchas condiciones, no conseguía despertarme la pasión. Si me empeñaba mucho, sí asomaba una pasioncilla, lo podía conseguir por ejemplo, mirando fijamente el piquito que tenía en el labio. También podía funcionar oyendo su voz en los mensajes que me dejaba en el contestador.

Era guapo, era bombero, era detallista y buen padre de su único hijo, pero ¿que fallaba? ¿el lío que se cocía en su cabeza? ¿esos libros rancios que leía?

Seguro que me influía todo el tiempo que pasaba hablando de su ex mujer, que le hacía chantaje emocional, aunque él no lo supiera.

Hablaba tanto de ella que era como de la familia, le llamaba siempre por su nombre y yo le puse cara, veo muchas versiones de ella cruzándose conmigo por la calle, podría ser agradable si no fuera por un gesto un poco agriado, con mechas rubias, como tantas y dulce veneno en la sangre.


Todavía no he podido volver a oír las canciones que me mandaba, oírlas era otro truco para alimentar un poco la pasión, hace un rato he visto el CD por el suelo y no tenía ganas de recogerlo, le he dado una patada y he disfrutado viéndolo rodar escaleras abajo.

Me extrañó mucho la lámina de Egon Schiele que tenía en el baño, ese pintor de líneas violentas y obscenas posturas.

A mí me encanta Schiele pero a él no le pegaba nada y ese detalle me produjo muchos quebraderos de cabeza: -no será suyo, se lo habrán regalado, será de Teresa, estaría ya allí, porque esa casa ¿será suya? ¿habrá vivido allí con Teresa?

Ninguna otra cosa, ni el sofá de piel resbaladizo, ni esas cestitas con bordados a punto de cruz, me producía tanta curiosidad como la lámina.

Pero se me hizo muy difícil desentrañar esos interrogantes, porque después de esa desastrosa noche que subí a su casa, ya hubo muy pocas oportunidades de preguntar.

Fue un desastre a lo grande y los hombres no pueden soportar las noches-desastre.

Las siguientes veces que nos vimos, fue como si el desastre no hubiese ocurrido, pero ahí estaba en forma de niebla espesa. Otra vez volvíamos a despedirnos en el portal, como si fuéramos novios eternos.

El caso es que a mí no me importaba, solo me importaba que a él le importara.

Las noches desastre se pueden enderezar si hay más noches, pero quedan grabadas a fuego si es la única vez. Con sentido del humor, incluso se pueden convertir en algo divertido, pero el humor no era su fuerte, o no entendía mis gracias, seguramente no teníamos el mismo humor.

Que me llevara en brazos fue encantador, pero luego pensé si no sería una deformación profesional, especializado en el área de salvamento de personas. Lo demás fue como si inconscientemente quisiera estropearlo todo, preguntando cada dos minutos, preocupado por si me estaban doliendo las rodillas, hablando cuando no debía, poniendo pegas, ahí no toques que me da cosa, pidiendo permiso, y al final, como para rematar, sus jadeos exagerados, pero ¿cómo se puede jadear tanto? la que jadeo soy yo y me estaba pisando competencias.

Seguramente no nos hubiéramos entendido, ni de noche ni de día, pero es tan duro, es como no haber estado a la altura, como no estar nunca a la altura.

Pero sé que acabo saliendo a flote, lo consigo cuando cambio de género y paso de la tragedia a la comedia, cuando consigo reirme del asunto.



jueves, 11 de octubre de 2012

misiones

Estas últimas noches ando liada con misiones que me encomiendan. Hoy tenía que buscar unas botas y un cráneo. No tengo ni idea de quien eran, ni porqué tenía que ir yo a buscarlos.

Recorría aulas de una universidad o salas de hospitales en edificios interminables, pero no encontraba más que cosas viejas, inservibles, amontonadas para tirar o retirar, yo pensaba que tendría que ser yo la que limpiara todo eso, porque nadie lo hacía, pero no en este momento, ahora tenía que seguir buscando.

Garajes de suelos mugrientos, bidones llenos de grasa y otros líquidos negruzcos, colchones enrollados con cuerdas, recipientes gigantes llenos de telas viejas, como si alguien lo hubiera apilado todo para tirar, polvoriento y con la mugre acumulada de muchos años.

A lo lejos, en una esquina localizo las botas que andaba buscando, unas botas hasta el tobillo, grandes, de ante, muy usadas y me apunto un tanto, pero tengo que seguir buscando el cráneo.

Era una cabeza que se  había convertido en cráneo hace poco,  y por eso era posible que tuviera trozos de carne que todavía no se habían descompuesto.

Pregunto a alguien que por fin sabe algo, una profesora de la universidad, me da pistas, me dice que seguramente todavía tendrá el nervio óptico (lo llamábamos óptico pero en realidad era el nervio auditivo), por fin aparece, alguien me lo trae, efectivamente era un cráneo grande y todavía tenía restos, como cuando un niño no limpia bien una pata de pollo al comerla. Y el nervio estaba colgando, larguísimo, del color y la textura de un calamar pero sin tinta.


viernes, 5 de octubre de 2012

espiritualidad


Hasta la espiritualidad se está convirtiendo en un producto de consumo y yo en una consumidora.

Me siento un poco así cuando voy a hacer Tai Chi, en coche, oyendo musiquita occidental y al llegar, nos saludamos muy orientales todos, el profesor (¿habría que decir maestro?) lo hace con soltura y los demás de momento, sosteniendo la sonrisa rígida.

Quería empezar a hacer ejercicio cuanto antes, después de un tiempo sin moverme, aprensiva con un tobillo accidentado y habiendo dejado de fumar.

Y sí, se hace ejercicio practicando Tai Chi, parece mentira, con movimientos lentos pero también se suda.

Y qué bonito es que los nombres de los movimientos sean tan líricos:

-Manos como nubes
-La grulla blanca despliega las alas
-Coger el tigre y subirlo a la montaña

Pero no hay que dejarse engañar por la lírica, el Tai Chi es un arte marcial y los movimientos son de lucha, solo que comercializado para el consumo occidental y vendiéndonos el bienestar personal.



Al final, cuando nos vamos a casa sintiéndonos etéreos y pasamos por la sala en la que hacen body balance, nos asomamos y vemos a la profesora gritando, qué brusco y mundano nos parece todo eso. Lo sé, aunque nadie lo diga expresamente.

En realidad yo lo que quiero es avanzar y poder empezar a usar la espada.

HIA!