martes, 22 de enero de 2013
akelarre
La vida sigue.
Y sigo soñando. Por suerte.
Me gusta mucho soñar y poder recordar lo que sueño.
Sueño como si fuera pequeña, como si tuviera diez años.
En los sueños, los asuntos son viajes o recorridos en coche o en barca. Sueño con mi padre que siempre es amable y sabe cosas interesantes.
Iba en coche con mis padres, como cuando era pequeña. Mi padre tenía paciencia para que yo pudiera aprender las cosas bonitas de la vida, pero mi madre solo estaba ahí.
En realidad. mi padre conducía despacio para que pudiera fotografiar el cielo, un cielo rosa, con siluetas de árboles maravillosos. Yo mirando desde el cristal de atrás del coche, de rodillas en el asiento.
En la realidad del sueño.
En el recuerdo.
Hay un lío de realidades, que vuelven de noche. Y bailan desnudas en la oscuridad.
En alguna de ellas, mi padre era vulnerable. Y mi madre impasible. Imperturbable.
Ahora la vulnerable es mi madre. Ha llegado el momento de suavizarle la realidad, de no contarle todo, pero de contarle algo para que no se sienta excluida.
Mi tía recuerda cosas diferentes de cuando eran pequeñas. Y mi madre cree que miente.
Hay realidades que mi madre no verá nunca. Cree que solo hay una.
Yo ahora veo que casi toda la gente es más amable, y no creo que estén mintiendo.
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